jueves, 23 de agosto de 2012

Oda a la Paranoia



Encanto es lo que tienen algunos hasta que empiezan a creérselo.
(Simone de Beauvoir)

Siempre supe que su cerebro, era su órgano más sobrevalorado.
Admiré su pasión por las cosas, una pasión obsesa, no mesurada.
Gigante de ego, tanto que podía amamantar hombrecitos de 16 años con sus artilugios.
Profitaba de la locura, la contagiaba. 
Poseída por un subconsciente traicionero, que hasta hoy le hace oler como perra mi perfume.
El destino juzgó conveniente, que hoy marchamos por caminos diferentes.
Sin embrago, la beso cada noche, sin que lo sepa. 
Y la hago oler de mi aliento, sin que lo sepa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Con cada verso siento tus afiladas garras acechantes
que a pesar de tu trazo firme aun te encuentras expectante

Anónimo dijo...

Tincada eres, humilladora por excelencia.

Esa Pitonisa dijo...

Y el anonimato es parte del temor???

Anónimo dijo...

Exacto, las vivencias dolorosas cuesta superarlas.

Anónimo dijo...

Quién te causó tanto dolor?

Esapitonisa