martes, 12 de octubre de 2010

Fiebre de primavera en la divina providencia.
Los dardos hacen fila en la cerbatana,
y parece que su cuerpo disfrutara tanto veneno.
No creo que el amor sea matemático,
pero hay caricias que son ciertamente calculadas.
El pedalear vanidoso difumina el tic tac del reloj,
y en el tardeanocheciendo no queda poro sin sudar,
sin oler a menta.
Frescor de la hierba que con la luz matinal hay que disimular,
hasta ser poseídos nuevamente,
por la diabla de la divina providencia.

1 comentario:

Neftali Toro dijo...

Definitivamente el amor no es matematico...si fuera asi uno podría elegir si enamorarse o no…