sábado, 25 de septiembre de 2010


Mi mamá en cama, con la vista fija. Me acosté a su lado, queriendo decirle mi pena sin decírsela. Me tragaba con una leche muy dulce y un pedazo de queque, el sabor del tabaco y la cerveza. La toqué delicadamente para que me entibiara, aunque ella estaba como siempre, más fría que yo. La vi llorar y muy despacito me dijo, hija estás pasada a tristeza.